lunes, 18 de mayo de 2009

Proudhon ante sus calumniadores


“Pero he ahí que apareció Proudhon: hijo de un campesino, y por naturaleza e instinto cien veces más revolucionario que todos los socialistas doctrinarios y burgueses, se armó de una crítica tan profunda y penetrante como despiadada, para destruir todos sus sistemas. Oponiendo la libertad a la autoridad contra esos socialistas de Estado, se proclamó atrevidamente anarquista, y, en las barbas de su deísmo o de su panteísmo, tuvo el valor de proclamarse sencillamente ateo, o más bien, con Augusto Comte, positivista. Su socialismo, fundado en la libertad tanto individual como colectiva, en la acción espontánea de las asociaciones libres, no obedeciendo a otras leyes que a las generales de la economía social, descubiertas o a descubrir por la ciencia, al margen de toda reglamentación gubernamental y de toda protección de Estado, subordinando, por otra parte, la política a los intereses económicos, intelectuales y morales de la sociedad, debía más tarde, y por una consecuencia necesaria, llegar al federalismo.”
Mijail A. Bakunin, Federalismo, Socialismo y Antiteologismo
Este año se cumplen dos siglos del nacimiento del que fuera el primer revolucionario en emplear el término “anarquista” para referirse a sí mismo, y para hacerlo además en un sentido positivo [1]; hablamos de Pierre Joseph Proudhon. Observamos con cierta preocupación que su obra resulta hoy desconocida para muchos, cuando no tergiversada por otros para servir a propósitos capitalistas, y especialmente grave ha sido, en el contexto de esta manipulación, el vilipendio a que ha sido históricamente sometido por Karl Marx y sus posteriores adláteres. Así pues, al objeto de clarificar ciertos aspectos de la obra proudhoniana, así como el por qué de su ruptura con Marx y su influencia en el movimiento libertario posterior, presentamos el siguiente artículo, no con el deseo de encumbrar al francés a un trono similar al de Marx, cosa a evitar por los anarquistas, sino en el afán de hacer justicia a un teórico y militante que, como decíamos, resulta en exceso desconocido, y de quien, fruto de este desconocimiento, muchas veces se aceptan las críticas que le dirigieron quienes pretendieron hundirlo por intereses políticos o patentes sobre el movimiento obrero.
Extraido de "A las Barricadas"

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