sábado, 28 de febrero de 2009

Trabajadores, parados, ciudadanos, autómatas:

Confiamos plenamente en nuestros políticos y nuestros sindicalistas. Nuestros problemas son los suyos. Nuestras preocupaciones, nuestros temores son los mismos que los de los ricos. Trabajaremos más duro para salir de la crisis, nos sacrificaremos aún más. Aceptamos la reforma laboral y lo que sea, dicen los economistas que es necesario y ellos son los expertos. Nunca más volveremos a desconfiar del ejército español que pone orden y salva vidas en Bosnia y no sé donde más. ¡Vivan los fiscales y los jueces que condenan a prisión a obreros porque sin ellos esto sería una anarquía! Canalizaremos nuestras reivindicaciones, siempre excesivas, a través de los compañeros profesionales del sindicalismo. Si no hay trabajo aquí, emigraremos donde nos digan. Renunciaremos a nuestro subsidio familiar (si lo tenemos) porque no nos lo merecemos y mejor se gasta en un portaaviones que asuste a los canadienses y los moros. Amaremos nuestro trabajo como a nosotros mismos. Nunca más volveremos a golpear a un policía y pediremos que los militares vengan a poner orden. Amaremos a Dios y a los ricos sobre todas las cosas.
¿O no?, ¿O es al revés?
Queremos nuestra parte del pastel. No te lamentes, enseña los dientes.

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